miércoles, 5 de diciembre de 2012

MI HIJO NO PUEDE ESTARSE QUIETO

Dra. Auxi Javaloyes
Psiquiatra Infantil. Servicio de Salud Mental del Niño y del Adolescente CMN.
Hay un grupo de niños y niñas en los que los padres utilizan frecuentemente expresiones como 'no puede estarse quieto', 'desde que empezó a andar no ha parado ni un segundo', 'no puede jugar con el mismo juguete ni un minuto', o 'la profesora dice que no consigue que se siente en su mesa'. Estos comportamientos están presentes en todos los contextos en los que se desenvuelve el niño (familia, colegio, amigos) y por lo general el grado de severidad es tal que los padres piden ayuda a edades muy tempranas.
Hace unos años, debido a un desconocimiento de lo que se escondía detrás de estas dificultades estos niños eran catalogados como niños malos, se tendía a culpar a la familia por su incapacidad para controlarlos, y de alguna manera estaban destinados a un fracaso importante tanto a nivel académico como familiar y social. A lo largo de los últimos años, se han realizado muchos estudios tanto en nuestro país como fuera para intentar entender el por qué de estas dificultades, y para encontrar tratamientos efectivos. El avance tanto en el reconocimiento como en el manejo ha sido muy grande, hasta el punto de que prácticamente todas las familias han oído hablar del término 'hiperactividad'.

El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (más conocido como hiperactividad a secas), es el problema psiquiátrico más frecuente en los niños de edad escolar. Las cifras de prevalencia que se manejan tanto en nuestro país como en el resto de Europa son de entre un 5 y un 10%, con una frecuencia de 4 niños por cada niña. Los tres pilares básicos para el diagnóstico de este trastorno son: la hiperactividad, la dificultad manteniendo la atención y la impulsividad. Estos síntomas han de estar presentes en todos los entornos en los que el niño se desenvuelve, y tienen que ser lo suficientemente severo para tener consecuencias claramente negativas en su desarrollo personal, en su funcionamiento académico y en las relaciones que éste mantiene con los compañeros o con otros adultos.

Existen diversas teorías sobre la causa de este trastorno. La más aceptada es la que defiende que se debe a cambios neurológicos menores y que debido a ellos, los niños no poseen el filtro natural que permite discriminar entre los estímulos que son importantes de los que no lo son. Esto va a causar una incapacidad de seleccionar la información que es relevante (aparente inatención), una actividad aumentada en respuesta a estos estímulos (hiperactividad), y una incapacidad para controlar los impulsos. Estas dificultades están presentes desde los primeros años de vida, y por lo general si existen hermanos o hermanas éstos suelen tener temperamentos totalmente diferentes.

Como ya hemos dicho, las consecuencias a medio y largo plazo pueden ser muy negativas si no se interviene. A estadíos tempranos los niños se enfrentan con una dificultad para mantener amigos (ya que tienen poca capacidad para tolerar el perder, para ceder, y para jugar en equipo), con un deterioro de la conducta importante (crecen con riñas y castigos continuos, lo que hace que tanto ellos mismos como los demás los etiqueten de niños malos y que se creen una reputación que luego han de mantener), y con un deterioro importante del rendimiento escolar a pesar de que tengan una buena capacidad de funcionamiento.

A la hora de realizar el diagnóstico además de una detallada historia personal y familiar, es importante el ponerse en contacto con el colegio, y el confirmar que el niño presenta las mismas dificultades a nivel escolar. El diagnóstico se puede realizar a la edad de 5 o 6 anos, pero es frecuente que las familias no acudan a pedir ayuda hasta unos anos después cuando la hiperactividad ya está complicada con problemas de conducta serios y con un bajo rendimiento escolar. El retraso a la hora de pedir ayuda se suele deber al miedo existente a nivel familiar de que se le culpe del problema. Además de la entrevista clínica y del contacto con el colegio, existen cuestionarios específicos que nos van a ayudar a confirmar el diagnóstico, y es importante el descartar la existencia de enfermedades físicas.

Las intervenciones terapéuticas han de estar supervisadas por un profesional en salud mental infantil, que se encarga además de coordinar las actuaciones de los distintos profesionales (profesores, pediatras, psicopedagogos, etc.). El manejo terapéutico va a consistir en intervenciones familiares e individuales. La terapia individual va a tener como principal objetivo el ayudar al niño a organizarse, discriminar información y entrenarlo en habilidades sociales y de relación. La terapia familiar es primordial ya que va a ser esencial el ofrecerle un manejo consistente, con unos límites claros y una estructura de las actividades tanto en casa como en el colegio. Al mismo tiempo hay que mantener un contacto directo con el centro educativo, para explicarles el tipo de trastorno y darles pautas de manejo claro. En los casos más severos o en los que se produce solo una respuesta parcial a las intervenciones terapéuticas, se utiliza de forma paralela tratamiento farmacológico, que se mantiene hasta la adolescencia, edad a la que este trastorno se suele resolver.

El pronóstico a largo plazo depende por lo general de lo temprana que sea la intervención, de la existencia de problemática familiar, y del temperamento de base del niño. Existe un porcentaje muy alto que va a desarrollar un trastorno de conducta posteriormente (sobre todo si no se interviene), empeorando así el pronóstico. Por lo general con la llegada de la adolescencia se produce una clara mejoría en este trastorno.

Sin ninguna duda el ser inquisitivo, inquieto e impulsivo son características propias de ser niño. A pesar de ello, va a existir un grupo de niños en los que va a existir una diferencia cualitativa clara con el resto de compañeros. Como ya hemos visto el trastorno por déficit de atención con hiperactividad es un trastorno en el que existe suficiente información para identificarlo y tratarlo de forma adecuada. Es importante para los padres el reconocer estos signos en sus hijos y el buscar la ayuda necesaria, ya que se pueden prevenir consecuencias negativas para el futuro del niño.
Más información sobre la Unidad de Salud Mental del Niño y del Adolescente en
http://www.cmn-alicante.com/servicios-hospitalizacion/unidades/infantojuvenil/presentacion.html
 



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