Parece
ser que nuestras creencias, entendidas como metas ideales y también como formas
de comportamiento, pueden llegar a guiar nuestra vida.
Hoy
en día existe la preocupación por el aumento del consumo de drogas en la
juventud, tanto legales (alcohol, tabaco), como ilegales (cocaína, cannabis).
El consumo de drogas está influenciado por múltiples factores, entre ellos se
encuentran las creencias: creencias de la sociedad, de nuestra cultura, del
grupo, de la familia y las creencias individuales.
Si
la experiencia del consumo de drogas puede verse influenciada por ciertas
creencias, podemos plantearnos que pueda haber algunas que predisponen al consumo de drogas y otras
que lo previenen. De hecho, son varias las investigaciones que hacen mención al
respecto, pero nada concluyentes. Algunas de ellas hablan de la existencia de
diferencias de creencias entre consumidores y no consumidores. Sin embargo, hay
otras investigaciones que plantean que no hay tales diferencias, y si las hay
no son significativas, considerando que hay una similitud en las creencias de
la juventud actual y lo que les diferencia, no son éstas, sino su manera de
manejarlas.
A
los adolescentes que han pasado por la experiencia del consumo de drogas, si se
les plantea cuál fue el motivo para utilizarlas, pueden contestar cosas de este
tipo: “porque lo hace todo el mundo”, “porque los riesgos me gustan”, “porque
parece divertido”, “porque está de moda”, “porque es parte de la diversión de la fiesta”,”porque las controlo”. Estos
motivos parten de creencias tales como: la
creencia de que la vida tiene que ser placentera y estimulante sin
preocupaciones o la creencia de que la
libertad personal es hacer lo que uno quiera, o bien la sobreestimación del
presente y sobrevaloración de la intensidad del momento antes que la
preocupación por el futuro, o quizá, el
valor por la decisión calibrándolo por el grado de riesgo.
De
la misma manera puede que existan creencias que prevengan el consumo de drogas,
tales como el bienestar físico y mental,
la voluntad y disciplina para afrontar dificultades y esperar recompensas, el
tener criterio propio para no dejarte influir por las opiniones de los demás, o
bien, el respeto de las normas.
Si analizamos las creencias predominantes en
la sociedad española actual y, en concreto, en lo que se refiere al grupo
determinado de jóvenes, encontramos muchas aparentemente dispares: algunas
relacionadas con la seguridad, el beneficio personal, el presentismo, vivir al
día, apurar el presente, etc., pero también, encontramos otras como el
esfuerzo, la autoeficacia personal, la disciplina, etc.
Esta
conjugación de creencias supondrá un nuevo estilo de vida para los jóvenes,
donde, entre otros muchos cambios, está el hecho de ver el espacio de ocio como lugar en el que poner
a prueba su sociabilidad, siendo más central que la familia o la escuela.
Experiencias nucleares de la vida entre los 13-23 años aparecen ahora en el
ocio, existiendo la creencia de que si no accedes a la sociedad de consumo
fracasarás como persona. Los conocimientos no se interiorizan hasta que no
pasan por el filtro de la socialización con los amigos. El ocio es necesario
para su ritmo de vida, para sentirse normal. Todo esto tiene que ver con las drogas,
ya que el consumo se ha normalizado en
el campo de la diversión, lo cual hoy en día otorga identidad. La mayoría de
los jóvenes no van a verse envueltos en
problemas relacionados con las drogas, pero hoy en día el contacto con
el tema de una forma u otra va a ser inevitable.
Si
queremos actuar en la problemática de las drogas tendremos que intervenir en
los espacios de ocio de los jóvenes, articulando esa conjugación de creencias,
sin negar o pasar por alto ninguna e intentando integrarlas mejor dentro de
nuestro entramado socio-cultural.