Unidad de Salud Mental del Niño y del Adolescente
El fracaso escolar supone uno de los
problemas más graves en el ámbito de la educación de los menores. España es
uno de los países europeos con una tasa más alta de fracaso escolar. Algunas
cifras hablan de hasta el 29% del porcentaje de estudiantes de ESO.
Se denomina
fracaso escolar cuando un niño no es capaz de alcanzar el nivel de rendimiento medio esperado
para su edad y nivel pedagógico.
Las causas más frecuentes son
trastornos del aprendizaje y factores intelectuales, pero también en un
porcentaje muy alto son provocados por trastornos afectivo-emocionales. Los
estudios varían desde un 30% hasta un 50% del total de los estudiantes que no
acaban la ESO.
Dentro de estos los trastornos afectivos-emocionales nos encontramos con los trastornos de
ansiedad. Vamos a profundizar en su conocimiento e implicaciones.
En
primer lugar, veamos a qué nos referimos cuando hablamos de ansiedad. Ansiedad
es un concepto muy extendido hoy en día, pero hay muchas personas que no
conocen realmente qué significa y qué incidencia tiene. La ansiedad es una respuesta de alarma de
nuestro organismo ante situaciones que percibimos de manera subjetiva como un
peligro.
Nuestro
cuerpo reacciona preparándose para dar una respuesta a esta situación de
alarma. Es en este momento cuando aparecen los síntomas reconocibles de la
ansiedad, como son respiración entrecortada, sensación de ahogo, taquicardia y
tensión muscular; que a su vez se acompañan de pensamientos negativos y
catastróficos. Esta respuesta de alarma nos lleva de manera instintiva a evitar
el peligro o salir huyendo de la situación.
A la consulta de psicología acuden muchos
menores que presentan esta sintomatología asociada a estímulos relacionados
con los estudios y el entorno escolar. Los trastornos de ansiedad pueden estar
desencadenados por circunstancias ocurridas en el centro escolar, o ajenas al
mismo, pero que se asocien a ese entorno. Podemos encontrar desde síntomas
aislados hasta el desarrollo de una fobia escolar.
Los estímulos que pueden desencadenar esta
respuesta de ansiedad y el absentismo del alumno suelen estar relacionados con
la evaluación de los profesores y exámenes, miedo a suspender, miedo a quedar
en ridículo o a enfrentarse a los otros alumnos. Por tanto, cuando las
sensaciones desagradables antes descritas se asocian al entorno escolar se hace
difícil para el niño o adolescente hacerles frente acudiendo regularmente al
aula.
LA FORMA DE EDUCAR TAMBIÉN INFLUYE
Los estilos educativos de los padres son uno
de los factores que pueden propiciar la aparición del miedo en el menor. Tanto
un estilo hiperexigente o crítico, como sobreprotector. El primero de ellos
conlleva una gran presión o exigencia por obtener unas buenas
notas y unas expectativas inalcanzables para el menor. El estilo sobreprotector
o permisivo crea en los niños sensación de inseguridad y baja tolerancia a la
frustración, de manera que, el menor no
conoce cómo resolver las situaciones en ausencia de sus adultos de referencia o
no presenta la suficiente motivación para hacer frente a los retos del aula.
El tratamiento más eficaz, suele tratarse de
una combinación de técnicas de exposición progresivas, es decir, acercamiento
al entorno escolar de manera gradual y técnicas que mejoren el enfrentamiento a
la respuesta de ansiedad, por ejemplo cambio a pensamientos más positivos,
técnicas de relajación y respiración, aumentar la seguridad y autoestima del
menor.
Siempre podemos reforzar el esfuerzo del
menor, con independencia del resultado obtenido. Valorar los progresos,
estimular el interés por lo relacionado con lo académico, y aumentar la
seguridad en sí mismos desde pequeños servirá para resolver de una manera
eficaz en el futuro los problemas que presenta la vida académica.
La valoración de sus cualidades debe ser más amplia que sólo lo relacionado
con el logro académico, de manera que en ausencia de buenos resultados, el niño
encuentre otros aspectos positivos en su concepción personal.
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