miércoles, 6 de febrero de 2013

LOS TRASTORNOS DE ANSIEDAD Y EL ENTORNO ESCOLAR

Raquel Pérez Matas. Psicóloga Infantojuvenil
Unidad de Salud Mental del Niño y del Adolescente

El fracaso escolar supone uno de los problemas más graves en el ámbito de la educación de los menores. España es uno de los países europeos con una tasa más alta de fracaso escolar. Algunas cifras hablan de hasta el 29% del porcentaje de estudiantes de ESO.


Se denomina  fracaso escolar cuando un niño no es capaz de  alcanzar el nivel de rendimiento medio esperado para su edad y nivel pedagógico.

Las causas más frecuentes son trastornos del aprendizaje y factores intelectuales, pero también en un porcentaje muy alto son provocados por trastornos afectivo-emocionales. Los estudios varían desde un 30% hasta un 50% del total de los estudiantes que no acaban la ESO.

Dentro de estos los trastornos afectivos-emocionales nos encontramos con los trastornos de ansiedad. Vamos a profundizar en su conocimiento e implicaciones.

En primer lugar, veamos a qué nos referimos cuando hablamos de ansiedad. Ansiedad es un concepto muy extendido hoy en día, pero hay muchas personas que no conocen realmente qué significa y qué incidencia tiene.  La ansiedad es una respuesta de alarma de nuestro organismo ante situaciones que percibimos de manera subjetiva como un peligro.

Nuestro cuerpo reacciona preparándose para dar una respuesta a esta situación de alarma. Es en este momento cuando aparecen los síntomas reconocibles de la ansiedad, como son respiración entrecortada, sensación de ahogo, taquicardia y tensión muscular; que a su vez se acompañan de pensamientos negativos y catastróficos. Esta respuesta de alarma nos lleva de manera instintiva a evitar el peligro o salir huyendo de la situación.

A la consulta de psicología acuden muchos menores que presentan esta sintomatología  asociada a estímulos relacionados con los estudios y el entorno escolar. Los trastornos de ansiedad  pueden estar desencadenados por circunstancias ocurridas en el centro escolar, o ajenas al mismo, pero que se asocien a ese entorno. Podemos encontrar desde síntomas aislados hasta el desarrollo de una fobia escolar.

Los estímulos que pueden desencadenar esta respuesta de ansiedad y el absentismo del alumno suelen estar relacionados con la evaluación de los profesores y exámenes, miedo a suspender, miedo a quedar en ridículo o a enfrentarse a los otros alumnos. Por tanto, cuando las sensaciones desagradables antes descritas se asocian al entorno escolar se hace difícil para el niño o adolescente hacerles frente acudiendo regularmente al aula.

LA FORMA DE EDUCAR TAMBIÉN INFLUYE

Los estilos educativos de los padres son uno de los factores que pueden propiciar la aparición del miedo en el menor. Tanto un estilo hiperexigente o crítico, como sobreprotector. El primero de ellos conlleva  una gran  presión o exigencia por obtener unas buenas notas y unas expectativas inalcanzables para el menor. El estilo sobreprotector o permisivo crea en los niños sensación de inseguridad y baja tolerancia a la frustración, de manera que, el menor  no conoce cómo resolver las situaciones en ausencia de sus adultos de referencia o no presenta la suficiente motivación para hacer frente a los retos del aula.

El tratamiento más eficaz, suele tratarse de una combinación de técnicas de exposición progresivas, es decir, acercamiento al entorno escolar de manera gradual y técnicas que mejoren el enfrentamiento a la respuesta de ansiedad, por ejemplo cambio a pensamientos más positivos, técnicas de relajación y respiración, aumentar la seguridad y autoestima del menor.

Siempre podemos reforzar el esfuerzo del menor, con independencia del resultado obtenido. Valorar los progresos, estimular el interés por lo relacionado con lo académico, y aumentar la seguridad en sí mismos desde pequeños servirá para resolver de una manera eficaz en el futuro los problemas que presenta la vida académica.

La valoración de sus cualidades  debe ser más amplia que sólo lo relacionado con el logro académico, de manera que en ausencia de buenos resultados, el niño encuentre otros aspectos positivos en su concepción personal.

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