Violencia de hijos a padres
Ante el primer indicio de actitud
violenta que presenten sus hijos es necesario pedir ayuda médica y de la Administración
con el fin de no agravar el problema. En este aspecto existe una falta de
colaboración por parte de los progenitores al entender que supondría reconocer
que su labor educativa no ha sido buena. La falta de voluntad familiar a la
hora de afrontar una actitud violenta de los menores supone encubrir
inconscientemente un problema que, por el contrario, lo que precisa es de una
atención inmediata.
Los cambios sociales y laborales han
llevado a muchos padres a compensar su ausencia familiar hacia sus hijos con
objetos materiales, y en muchos casos los jóvenes han pasado la barrera de
considerar a sus padres como figura garante de autoridad.
Ante las responsabilidades sociales o
delictivas que puedan derivarse de situaciones violentas, los propios jóvenes
saben que carecen de las mismas, precisamente, por ser menores.
Respecto a la terapia psicológica o
psiquiátrica que estos jóvenes pueden recibir es más fácil detectar la actitud
y el problema, pero el tratamiento es más prolongado en el tiempo.
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