viernes, 18 de enero de 2013

EL CONCEPTO SOCIOCULTURAL DE DROGA HOY

Óscar Guinea
Psicólogo.  Servicio de Psicología y Psicoterapia
        
Los medios de comunicación nos bombardean sobre el aumento del consumo de determinadas drogas en nuestro país, así como con campañas publicitarias sumamente agresivas sobre los daños de los consumos de drogas. Los padres están muy preocupados sobre lo que hacen o dejan de hacer sus hijos al respecto. Algunos, incluso, consideran el consumo de drogas como una de las lacras de nuestra sociedad globalizada. Mientras, una proporción importante de gente joven (y no tan joven) las consumen, incluso haciendo apología de ellas.
Parece que estamos en una sociedad polarizada con respecto al consumo de drogas, de tal manera que al hablar de ellas: o uno está a favor de su consumo y su legalización, o uno está en contra de ellas adoptando actitudes de demonización. Es como si no existiera un término medio: o son buenas o son malas. Quizás olvidamos que las drogas son sustancias que al ser ingeridas producen una  serie de reacciones fisiológicas y emocionales. Quizás olvidamos que las sustancias son entes inanimados que por sí solas son inocuas. Quizás olvidamos que el hecho de consumirlas es una decisión individual y que dependiendo de muchos factores – conocimiento sobre los efectos, estado emocional en el que nos encontramos antes de ingerirlas o expectativas que tengamos sobre ellas- el efecto será uno u otro.
Por eso me gustaría limitar el concepto de droga.  Se podrían catalogar con respecto al efecto que producen en el sistema nervioso, a la distinción entre drogas duras y drogas blandas o la distinción entre drogas legales e ilegales. Entrar en cada una de estas categorías poco aporta al tema, por eso prefiero hablar de drogas  en términos de usos o abusos.
Con respecto a cualquier droga se consideran cuatro posibilidades de consumo: la decisión de no consumirla, el consumo esporádico o habitual controlado, el abuso  y la dependencia.
El primer tipo no despierta ninguna duda. Los segundos son los que, aún consumiéndolas, éste no afecta a sus actividades diarias. Los del tercer grupo son los que, a pesar de que pueden estar  temporadas sin ingerirlas, cuando lo hacen sufren consecuencias perjudiciales en el área personal y de salud, en la relación con las personas de su entorno y/o dificultades económicas, laborales o legales. Finalmente, el consumidor dependiente es el que toda su vida gira alrededor del consumo de la sustancia. James Frey lo describe en su libro “En mil pedazos”: “Un adicto es un adicto. Da igual la raza, el estatus social o económico. Da igual que la adicción sea de drogas, alcohol, crimen, sexo, compras, juegos de azar, comida, televisión o los Picapiedra. La vida del adicto es siempre igual. No tiene emoción, no tiene atractivo, no tiene diversión. No hay momentos buenos, no hay alegría, no hay felicidad. No hay futuro y no hay salida. Sólo una obsesión (…)”
Con respecto a la existencia de drogas en nuestra sociedad, es necesario asumir que las drogas han coexistido a lo largo de la historia de la humanidad, la búsqueda en el ser humano de elementos que le hagan sentir placer y eviten el malestar es una constante. La cuestión está en que hay personas que pueden controlar su consumo y otras que no pueden hacerlo. Casanova decía al respecto “En manos sabias, el veneno es medicina; en manos necias la medicina es veneno.”
¿De qué depende, parafraseando a Casanova, ser un sabio o un necio en lo que respecta al consumo de drogas?
Primeramente es necesario conocer la sustancia que se consume, efectos y dosis de seguridad. En segundo lugar es primordial tener diferentes inquietudes, pues las sustancias pueden ser un medio de profundizar en uno mismo, pero no el único. En tercer lugar es necesario tener un equilibrio entre el trabajo, el ocio y las relaciones familiares. Finalmente capacidad de autocontrol.  Con respecto a esto último Burke decía “Está dispuesto en la constitución eterna de las cosas que quienes carecen de moderación no pueden ser libres. Sus pasiones forjan sus grilletes.”  
 
El consumidor de sustancias, especialmente de aquellas que son adictivas, ha de ser consciente de que cuando uno ha pasado la barrera del consumo no problemático, entendiéndose éste por consumo esporádico o habitual, al consumo problemático, ya sea en forma de abuso o adicción, no hay posibilidad de retorno. Puede conseguir la abstinencia, en muchos casos es necesaria la ayuda de un equipo multidisciplinar (psicólogos y psiquiatras) especializado en el tratamiento de adicciones para conseguirla, pero es improbable que consiga volver a tener un consumo moderado de dicha sustancia; incluso aunque fuese capaz de adquirir las habilidades comentadas en el párrafo anterior, la droga ha quedado registrada en ese cerebro y un solo consumo sería suficiente para volver al consumo problemático.
 

 

           

             

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario