martes, 27 de noviembre de 2012

TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD: Un futuro esperanzador


En los comienzos del siglo XXI en la Salud Mental nos hemos encontrado desbordados en las consultas, desde la Anorexia y Bulimia hasta las adicciones múltiples, llegando a los Trastornos de la Personalidad.

Siempre se ha asociado el término locura a unos pacientes que están “fuera de la realidad”, a la psicosis principalmente, pero ¿no está fuera de la realidad el maltratador o la anorexia o simplemente nosotros cuando no aceptamos que no está todo lo que queremos disponible llegando a enloquecer como niños? Vamos a respetar la palabra locura y dejarla a un margen.

Cuando se definió el término locura, los “locos” eran encadenados con cadenas pesadas para que no se escaparan y considerados endemoniados en los antiguos asilos. Fue Pinel, médico del siglo XVIII, quien les quitó las cadenas, los limpió y dijo que no estaban embrujados, comenzando a tratarlos dignamente como enfermos y como personas. Desde entonces, han pasado muchas cosas y la salud mental ha avanzado hasta el dia de hoy de forma exponencial, pero tenemos que seguir quitando cadenas.

 El Dr. Lopez-Ibor advierte textualmente que “los principales males que centran la atención en el campo de la psiquiatría de nuestra época ya no son los extraños locos de los asilos o de las calles, sino fenómenos de suicidios en adolescentes, violencia juvenil y doméstica o el abuso de drogas”.

Lo primero a plantear es la idea de si son enfermos o no. Tal vez lo más prudente sea deducirlo, decir que si acuden al psiquiatra, psicólogo, urgencias, etc., con sufrimiento, autolesiones, ideas suicidas y conflictos en general, será que “algo” les pasa. En mi opinión claramente son enfermos, pero las cadenas las tienen puestas  “en su carácter” principalmente y esto no se entiende tan claro y nítido como se podría entender en una enfermedad muy conocida como es la Esquizofrenia, de ahí que sus familiares se desesperen todavía más.

Desde las definiciones que se han dado, podría decirse de los Trastornos de la Personalidad que son aquellas personas con dificultades claras arraigadas en su carácter y en su conducta, con dificultades que se empiezan a manifestar con claridad en su juventud.

 Lo más fácil primero sería entender qué es la personalidad. En el ser humano hay como un trípode que lo conforman la constitución (el cuerpo), el temperamento y el carácter.

Lo que ocurre es que la constitución y el temperamento (determinada forma de reaccionar congénitas) obedecen más a la herencia genética y el carácter, sin embargo, surge cuando interacciona eso que traemos de casa (el temperamento) con el medio ambiente (padres, amigos, hermanos, rupturas, humillaciones, etc.) y de esa interacción que se va formando desde que somos pequeños surge el carácter.

Pero es que, además, lo que coloquialmente se denomina “mi forma de ser” (el carácter) es un peso muchas veces para la persona, porque es una forma “automática” en la que “yo” me manejo todos los días porque he aprendido a hacerlo así para defenderme de la vida, por eso hay gente más masoquista que otra, otros más extrovertidos, otros más solitarios y otros tremendamente suspicaces que sospechan hasta de su sombra.

 En los Trastornos de la Personalidad es donde hay un carácter patológico que dificulta la convivencia consigo mismos y con los demás, todo esto de una forma repetitiva como hemos dicho, automática y permanente en su vivir diario. Según en que área vital se está produciendo el sufrimiento se podrá hablar de un tipo u otro de Trastorno de Personalidad. Pero más allá de los tipos, lo que importa es que ese desequilibrio emocional y vital, común en casi todos, crea una angustia devastadora y  se trasluce apareciendo dificultades en la familia, el trabajo, la salud, el amor, y también las conductas anómalas por las que se expresa este desequilibrio: adicciones, trastornos alimentarios, violencia física y/o verbal y los intentos suicidas. Muchas veces estas conductas son vías de escape a esta gran angustia que sufren, pero no su patología central (el carácter).
 
Lo que queremos transmitir es un futuro más esperanzador para estos pacientes, porque psiquiatras y psicólogos tenemos mayor conocimiento teórico de ellos. La investigación biológica y genética así como en Neuroimagen están fuertes en este campo, igual que el avance de una psicoterapia más específica para ellos.

Estamos claramente más preparados que antes y aunque se habla alguna vez como los “nuevos pacientes crónicos”, ya no es lo mismo, quitaremos poco a poco sus cadenas y seguiremos trabajando por darles el espacio digno que se merecen en la salud mental de hoy.


Dra. Paloma C. Navarro Gómez
Psiquiatra. Clínica Mediterránea de Neurociencias

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