miércoles, 21 de noviembre de 2012

ALTERACIONES DE CONDUCTA EN MENORES

Últimamente, existe una considerable alarma social, acerca de los problemas de conducta en los menores. Conceptos como adolescentes problemáticos, niños tiranos, chicos sin valores, etc., han pasado a formar parte del vocabulario de todos.
Es cierto que, ha aumentado la prevalencia de casos de niños y adolescentes con problemas de conducta, lo indican las cifras oficiales y la experiencia de psiquiatras y psicólogos que trabajan en el ámbito clínico y social.
Cuando hablamos de trastornos de conducta nos referimos a comportamientos que  sobresalen de la normalidad, por su frecuencia, intensidad, duración o impacto en el entorno.
Uno de los factores que incide en la aparición de esta problemática, es el estilo educativo de los padres. Este estilo se refiere al conjunto de actitudes, comportamientos y criterios que aplican los padres en la crianza de los hijos. Se denominan estilos porque mantienen una estabilidad a lo largo del tiempo.
Principalmente existen tres estilos educativos: estilo autoritario, permisivo y democrático.
El estilo educativo autoritario se basa en la imposición de normas, una baja afectividad y comunicación, rigidez en los castigos y alta exigencia. Este estilo sería el más utilizado en generaciones anteriores, donde la obediencia y sumisión a los padres y sus deseos era una máxima en las familias.
El estilo educativo permisivo se caracteriza por normas muy laxas, poca autoridad, alta expresión de afectividad, bajo nivel de control, encomendar la educación a otros agentes, como la escuela, refuerzos inmediatos y sobredimensionados. Este estilo sería el utilizado por los padres de la última generación, en el que se valora el refuerzo o bienestar inmediato antes que la confrontación o el mantenimiento de normas o límites.
El estilo educativo democrático por el contrario se da en familias con altos niveles de comunicación y afectividad, establecen límites y normas claras, se mantienen en el tiempo, refuerzo de logros y control sobre los hijos, pero control que permita realizar actividades de manera autónoma.
Cada uno de estos estilos va a influenciar en el comportamiento y autoconcepto de los niños. La mayoría de los psicólogos coincidimos en decantarnos por un estilo educativo democrático, en el que se produce un equilibrio, entre el afecto que se les proporciona a los niños y la autoridad necesaria, para que puedan respetar los límites que se  imponen en casa y con los que en muchas ocasiones no estarán de acuerdo.
No hay que tener miedo a ejercer autoridad como padres, imponiendo normas y límites coherentes, porque éstas no son una cuestión de poder, sino una manera de ordenar los espacios  y relaciones, de cada uno de los miembros de la familia.

Establecer una comunicación rica, mantener las normas y las consecuencias de su cumplimiento, promover un alto nivel de afectividad y fomentar la autonomía, son algunas de las premisas fundamentales que van a producir una tendencia de comportamiento en los menores, en la que se minimizará el riesgo de padecer trastornos de conducta.

En los últimos cincuenta años, se ha producido un movimiento de péndulo, pasando de una educación severa y rígida a excesivamente permisiva.  Lo más sensato sería encontrar un punto medio, un equilibrio, que permita a los niños desarrollarse de manera óptima, en este entorno actual.
Raquel Pérez Matas. Psicóloga Infantil.
Servicio de Salud Mental del Niño y del Adolescente
Clínica Mediterránea de Neurociencias
www.cmn-alicante.com
 

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